VEO VEO...4

Bueno... hemos llegado a la solución de este Veo veo...4
Felicito a los participantes y a quienes aun no se animan los invito a escarbar en las marañas del recuerdo y compartir con nosotros aquella linda época...
En un mail separado va un archivo que escribió Ricardo Pilo. NO SE LO PIERDAN!!!!
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SAMI Y MIRIAM NOTRICA:
13/03/11
Federico Lacroze y Cramer, la calle de la Barrera de Colegiales.-
Escribiré algunos de mis recuerdos.

MIRIAM SRUGO:
13//03/11
Bueno, como me voy a olvidar, Fco. Lacroze y Cramer, se ven las persianas de la casa de mi amiga Ruty, por la cual iba a buscar antes y después de ir al club Chalom. En frente están las vías del tren de la estación Colegiales, en frente en oblicuo había un espacio vacío, al cual traían de vez en cuando una calesita, sobre Fco. Lacroze vivía Jorge Tarica con sus padres.
Bueno espero haber acertado. Saludos a todos los participantes de veo, veo. Y a vos Gaby, también!!

RIKY KOHL:
13/03/11
Ahhhh, este Yo lo se!!!
Es la esquina Lacroze y Cramer, al lado de la casa de Silvita Alhadeff, de donde tengo recuerdos inolvidables.

MIRIAM SRUGO:
13/03/11
Querido Gaby
Mis recuerdos de la casa de mi querida amiga “Cuqui” llegan hasta los años en que íbamos al Talmud Tora, no puedo decir bien si teníamos 7 o 8 años y que también íbamos a hacer gimnasia con Moisés Hara en el club.
Pero el principal recuerdo que tengo de la casa es que en el día de Kipur, año tras año, íbamos a descansar unas cuantas chicas hasta la hora de volver al templo y “charlábamos”.
Años después, iba especialmente a la casa de Ruty para convencer a la Sra. Alicia de que la deje venir a los campamentos y a la tnua. El ruido del tren era parte de la vivencia en ese lugar. En fin, veremos quien mas se acuerda del lugar (seguro los que tomaban el cafecito en la esquina)
Saludos

RICA CHARA:
13/03/11
Ese bar fue donde mi papa iba casi todos las tardes (ya estaba un poco mayor)arriba vivía Alegre Tarica y al lado al fondo vivía Alicia de Haim. , a pocos pasos vivía mi dentista de la niñez(hace unos pocos años no? besos me haces recordar demasiadas cosas.

JAIME VENTURA:
13/03/11
Es el café que esta en la esquina de Conde y Federico Lacroze, frente a la estación de Colegiales. Los sábados de mañana, el Abuelo Asher Aljadeff, invitaba, después de la tfila, a los nietos (que habían ido al templo)a tomar un café con leche con medias lunas y la mesa de la ochava ya estaba reservada para el. Por supuesto que el se sentaba al lado del ventanal para saludar a los conocidos (La ventana que se ve a la derecha era la de la casa de Alicia de Jaim. (Ruti Benyakar

JAIME VENTURA:
13/03/11
Me equivoque
CRAMER, no Conde

GRACIELA COHEN-VENTURA:
13/03/11
Hola Gaby
Es el antiguo Café Colegiales en la calle Cramer y avenida Federico Lacroze frente a la querida estación Colegiales
sobre la calle Cramer hay 2 aparatos de aire ,arriba de ellos hay un balcón con otro aparato de aire, ese balcón pertenecía a un departamento donde vivía la familia de José Tarica y Alegre Cohen, con sus 2 hijos y en el edificio que sigue en la planta baja vivía la familia de Joaquín Alhadeff y Alicia Cohen con sus 2 hijas, la mayor se llama Ququi,(no me acuerdo como se llama en hebreo)y la otra hija se llama Silvia
un besote
Graciela

PD: Gracias por el mail
Que suerte que me acordé de esas cosas, porque hacer ejercicios de memoria ,es como si diera exámenes a esta altura de mi vida

CLAUDIA BENHABIB:
13/03/11
Federico Lacroze y Cramer . frente a la estación Colegiales . Allí vivía " La tía Alegre " , hermana de mi abuelo materno ( mi tía abuela ) Hacía unas rosquitas muyyy ricas !!! y burrequitas y susan y otras cosas más que voy recordando...

RITA ALJADEFF:
14/03/11
Gaby nos estas haciendo recorrer el barrio y por dentro se movilizan recuerdos y sentimientos.
Ese es un bar que no recuerdo el nombre en la esquina de Lacroze y Cramer, arriba creo que vivía Jorge Tarica y pegado sobre Cramer Ququi y Silvia Alhadeff de ese lugar no tengo ningún recuerdo, es más creo que no fui nunca.
Besos

MARCELO BENVENISTE:
14/03/11
Fácil. Era el Barco.
Era común encontrarnos en la "esquina del barco" ante la mirada atónita e más de uno que se preguntaba "¿dónde se van a encontrar estos"?
Y si... en Colegiales teníamos un BARCO!

GABY BENHABIB:
14/03/11
Nos explicas eso del BARCO?

MARCELO BENVENISTE:
14/03/11
Claro, ¿ves?, la 'gilada' no se daba cuenta que hablábamos el BARCO-LEGIALES !

LITO BENVENISTE:
14/03/11
El bar de Federico Lacroze y Cramer, foto sacada casi desde la vía. Creo que en la casa de PB y 1° Piso de la derecha del bar vive Alicia Alhadeff, o a lo mejor se mudó.
Era un simple bar de esa época, no tengo recuerdos especiales del mismo.
Sí de la barrera, de La Orquídea, casa de telas creo, de en frente.
Nada más. ¿O la erré lejos?

OSCAR VENTURA ALJADEFF:
15/03/11
Es el bar Colegiales en Fco. Lacroze frente a la barrera, las cañas que me habré tomado allí con la barra del rioba hasta los trece años cuando me mudé

LEONOR SUSANA CHARA:
15/03/11
La esquina de Cramer y Lacroze frente a la barrera de la estación Colegiales, milagrosamente no cambio. Allí en el primer piso vivía la Familia Tarica y mas allá en la planta baja del edificio de al lado, la casa de los papas de Silvia Alhadeff. Paso por allí muy seguido ya sea caminando o en coche

GRACIELA ALJADEFF:
15/03/11
Yo nunca participe del juego , por que es la primera vez que aparece la foto, las otras no las recibí .Aquí creo que veo después de la confitería del lado derecho , la casita de Silvita Aljadeff , que siempre entrábamos a buscarla , camino al club , o sea que es la famosa calle Cramer . No tengo más tiempo de seguir escribiendo mas , pues si sigo es toda nuestra infancia ..... UN beso.

RITA LUCIA FILOMENO:
15/03/11
Será la confitería Apolo?????????

RITA LUCIA FILOMENO:
15/03/11
Cabildo y Federico Lacroze

BEATRIZ FILOMENO:
16/03/11
El bar de Cramer y Lacroze se llamaba "La Barrera"? cruzando la vía en diagonal está la calesita. No me doy cuenta cual es la pista...el de la moto esperando que pase el tren?... o conocés a quien vivía arriba?
Si querés recuerdos entrá en http://www.facebook.com/topic.php?uid=78382623518&topic=15463&post=79368 habla del loco Scofone, el que se vestía de scout, lo que no dice es que iba con un diario enrollado en la mano y lo sacudía!!! que miedo me daba!!! ja ja ja

RITA LUCIA FILOMENO:
16/03/11
Será el café bar Colegiales??????? jaja estoy con una amiga que vivía en olleros y Conesa me esta haciendo de ayuda memoria jajá
besosssssssssssss

RITA LUCIA FILOMENO:
16/03/11
me dice que cerquita de ahí estaba el restaurante Lasagna te acordas??????????

SAMI Y MIRIAM NOTRICA:
17/03/11
Bueno, otro lugar que me trae muchos recuerdos.-
Federico Lacroze y Cramer, antiguo bar Colegiales hoy con otro nombre y luego de pasar por Heladería, que era la escala previa y posterior para ir a Chalom Cramer.-
Pegado (se ve a la derecha ,vivía Jaim Alhadeff y Flia (esposo de Alicia y padre de Ququi/Ruty y Silvita).-
En el primer piso del Bar, vivían Jacobo Tarica (el gordo), Alegre y los hijos Lidia y Jorge (Heredò el apodo del Gordo)
Asimismo era el centro de reunión de muchos de nuestro mayores que se reunían largas horas todas las mañanas, frente a una taza de café
Viene a mi memoria las figuras de Chelebi Galante, Victor Avzaradel, Enrique Phillipsthal y algún otro, enfrascados en quien sabe que conversaciones, pero seguro era sobre las partidas de Loba que jugaban en Chalom.-
Daba frente a la estación de tren Colegiales, que muchos usábamos para ir al centro
De ahí también los domingos muchos de nuestros mayores tomaban el tren con grandes ,bolsos y canastos para ir de picnic a Las barrancas (pasando Olivos) donde tenían casillas para cambiarse y entrar al agua.-.,-
Si me acuerdo algo más, lo mando.-

SAMI Y MIRIAM NOTRICA:
22/03/11
Hola a todos
Vienen a mi memoria otros recuerdos sobre esta esquina.-
La estación de ferrocarril donde había salas de espera para señoras(en ambas vías) y la construcción era de techo de chapas, y había un puente entre ambos andenes, al cual subíamos para esperar el paso de las locomotoras y recibir el chorro de vapor, y que recorríamos presurosos de un lado al otro porque se escapaba el tren.-
En la esquina de la vía con F.Lacroze, siempre había algún carrito de frutas que en poco tiempo quedaba vacío.-
Que ricas cerezas comprábamos($0.50 el kilo) e íbamos comiendo por la calle.-

FREDDY BERRO:
22/03/11
No es mucho lo que puedo decir del BAR COLEGIALES.
Sucede que era muy chico en su apogeo y ya siendo mas grande no concurría debido a que era un antro de aquellos.
Solo puedo contar que en su quiosco de cigarrillos compre mi primer atado de cigarrillos "Comander"
Y que lo fumábamos a escondidas en lo que era la azotea del club Chalom en ese momento.

De lo que si puedo hablar es del departamento que marqué con una flecha roja en la foto
Ahí vivía la tía Alicia Alhadeff, hermana de mi abuelo Alejandro y mamá de Cuqui y Silvia.
Junto con los de mi querida tía Matilde, ella hacia (y sigue haciendo) los mejores bohios que comí en mi vida.
Y ahí en su casa...era paso obligado para ligar alguno.....
La tía Alicia siempre tenia o un bohio o una burreca....o hasta algún mazapán siempre para convidar a través de la ventana del living que daba a la calle

Así que la foto debería de haberse sacado más hacia la derecha, porque LA CASA DE LA TIA ALICIA era un lugar emblemático de Colegiales y de paso obligado.

Ah!!!...Y si seguimos caminando mas hacia la derecha....había un Hotel Alojamiento que en algún momento supimos visitar....
Pero esa es otra historia!!!!

NORA COEN:
22/03/11
Hola Gaby….Estoy sorprendida!!!!
no sé de qué se trata pero es el bar que queda en Lacroze y Cramer...
arriba Vivian mi papá con mis abuelos y mis tíos!!!
también vivió después mi primo jorge Tarica...creo...
bueno...avisame de que se trata...me quede con la intriga...
GRACIAS...

RICARDO PILO
22/03/11
Me estas cargando????
es el viejo y querido Barco...
no Bar Kojba!!!
Barco Legiales!!!!
porque no recibí el 1 2 y 3 ??

RAQUEL Y CABO
23/03/11
Podría hablar de la esquina pero mis recuerdos se van para el costadito.
No podía pasar por esa ventana a la calle sin mirar hacia adentro
Ahí vivía Silvita y junto con Riky eramos un trio muy compinche e inseparable.
Me acuerdo también de. Señor enanito que vendía flores adentro del garage que estaba en esa cuadra.
Pero hablando de la esquina pase cientos de veces y nunca entre a ese bar . Generalmente veía sentado por las ventanas a los Tarica (al gordo Tarica y a su papa) era un lugar de encuentro .
No me resultaba un lugar muy femenino

BEATRIZ BENAIN:
23/03/11
Gaby : mi café esta a 2 cuadras de ahí , saludos
Beatriz

RAUL PESSAH:
23/03/11
Querido Gaby,
Me estaba esperando para estar más seguro, pero ya lo estoy: es la esquina de Federico Lacroze con Cramer, frente a la estación Colegiales del tren. Lugar de tantas citas vespertinas.
Reconozco dos casas... hacia la izquierda (sobre Lacroze) la entrada al departamento de los Tarica (Lidia y Jorge), más de una vez fuimos a hablar con el entonces Presidente de la "ajas chalón" siempre bien recordado Don Jacobo, para algún permiso o consulta. Otras veces estuvimos allí ensayando nuestro conjunto folklórico con Jorge, Luis Levy, Raúl Acrich, Ricky Cohen (?), glup..
En el extremo derecho (sobre Cramer) la entrada blanca al departamento de la Sra. Alicia, madre de Cuqui (ahora Ruti); recuerdo haber estado allí para que autorizara a su hija salir de majané.
En realidad no estoy seguro que todo eso haya ocurrido, la memoria nos juega sucio, muchas veces.
Con más cariño que nostalgia...

HECTOR BARQUI:
23/03/11
Queridos amigos si que recuerdos Federico Lacroze y Cramer .
Esta esquina me dice mucho primero en el primer piso arriba del bar vivía la familia Tarica ,Jorge Tarica ,tíos y primos míos
Y ahora el dueño de este bar son amigos míos que trabajaban en el A.C.A y compraron este bar así quien quiere entrar y mandar saludos de Héctor Barqui están invitados un beso para todos

ESTER BENHABIB:
24/03/11
ah ya se es el bar de de la esquina de la casa de la Sra. Alicia de Cuqui en enfrente del tren sino me doy por vencida buenas noches

RUTY BENYAKAR:
26/03/11
veo la ventana de mi casa Cramer 714 el bar de la esquina en la casa
al lado del bar vivía flia. Tarica y por supuesto enfrente de mi casa la estación colegiales

RICARDO GUENDLER :
29/03/11
Gaby:
Gracias por participar me también como verás mi recuerdo siempre presente, de tu casa en Av. Córdoba y jorge Newbery, que te había mencionado en otro envío, pero lo que ahora importa, es que nuevamente me ganó la nostalgia de esa esquina emblemática, y para los más memoriosos, aparte de los conocidos y parientes de algunos, existía (donde creo hoy hay un garage), un local bailable clase"C", CHAMAMÉ, BAILONGO, Y GENTE QUE EN PLENO INVIERNO, VESTÍA” HERMOSOS TRAJES DE COLOR BLANCO DE LINO(sic), en fin cuantos café he tomado ahí con chiche Cohen, Héctor Chicurel, José Faivisovich, Alfredo Cohen, y otros, si podés reenviar esto para que cada día agreguemos, a tantos que compartimos nuestra formación y aventura en la famosa AHAS, .eso si para todos recuerden LA RED, que da a la cancha "SE MIRA Y NO SE Toca” el intendente.

GABY BENHABIB:
29/03/11
GENTE DEL VEO VEO.... miren quien se adhirió al grupo!!!!!
Jorge estoy súper emocionado... y no es cuestión de la edad... o del tiempo que paso.... creo que son casi 50 años que no nos vemos y siempre estas en nuestro recuerdo, el de la gran familia Chalom....
Bueno ya te escribiré personalmente
Gente... que me dicen EH??????

JORGE TARICA:
29/03/11
Querido Gaby: no tenes idea de la emoción que me dio el ver esta foto y leer los recuerdos de todos los que escribieron. te agradezco mucho y por favor incluime. Te mando un abrazo muy grande.

RICARDO PILO:
29/03/11
Gaby:
Me animé a escribirte un relato de algo verídico que me pasó a mí y que tuvo como uno de los protagonistas al Bar Colegiales.
Va el adjunto en Word.
Si te gusta, lo podes pasar a otros
Un abrazo
Te dejo un recuerdo...

El Bar Colegiales

Desde que nací viví en Conesa 745. Barrio de Colegiales. No es el barrio de mi niñez, es el barrio de mi vida ya que mi vieja sigue ahí al día de hoy.
A la vuelta, cerca de la esquina de Conesa, pero sobre Fco. Lacroze, había un diarero. Hoy, el puesto de diarios esta mas cerca de Crámer que de Conesa.
El hijo del diarero se llamaba Luciano, era un pibe de unos quince años. Yo contaba con escasos diez añitos y estaba orgulloso de haber pasado la barrera de un sólo número, para pasar a la larguísima etapa de los dos dígitos, (que curioso, hoy me pasa lo mismo mientras que espero a los cien, aunque ya no tengo la ansiedad de llegar…). Es decir que esta historia tiene cuarenta y cuatro años.

En aquella época la calle no tenía los peligros de hoy en día, así que los chicos, jugábamos fuera de casa y teníamos amiguitos del barrio.
La vereda era el lugar de encuentro y el de la partida, y el barrio, era siempre el destino.
Un defecto ó virtud de toda mi vida es que siempre me desperté muy temprano, así que mientras toda mi familia dormía, yo llegaba al límite del aburrimiento al poco rato de abrir los ojos. Así que muchas veces, sobre todo en verano y los Sábados y Domingos también, las siete de la mañana me encontraban dando vueltas por el barrio. Estaba desierto de amigos a ésa hora Colegiales, a excepción de Luciano, el hijo del diarero, que ayudaba a su padre desde las cinco de la mañana, entregando diarios, casa por casa, en un triciclo de reparto.
Los triciclos del momento portaban adelante una gran caja de lata gruesa, casi siempre pintada de verde, con una tapa que cubría el contenido (los diarios en este caso) y con dos ruedas laterales. Su parte trasera era la tercer rueda y lo completaban, todo el cadenaje típico de una bicicleta.
El almacén de Villamil que estaba justo enfrente del puesto de diarios, cruzando Lacroze, tenía uno igual, pero en vez de diarios, entregaban sifones de soda.
El asiento de Luciano no era como el de los ciclistas, porque era muy ancho, como para ir bien sentado, casi erguido y pedaleando con fuerza y alma para empujar el peso que producían los diarios.
Luciano tenía una carga adicional... Todo mi cuerpo.
Yo lo esperaba en la puerta de casa y cuando pasaba, me trepaba de un salto a la base de la tapa, cruzaba mis piernas como un buda y me transformaba en el timonel del triciclo. Yo creía que era los ojos de Luciano, porque al estar yo delante de él, suponía que todo su paisaje, era mi espalda. Hoy se que él, se inclinaba lo suficiente como para poder ver todo, pero yo me sentía el gerente del carrito dando las indicaciones para que podamos llegar a cada lugar sanos y salvos. Mi misión consistía en indicarle baches, advertirle sobre gente que cruzaba la calle, autos, otras bicicletas, etc... Y así redescubría a Colegiales desde una altura que me daba una perspectiva diferente a la de las caminatas de las vueltas a la manzana.
A Luciano le gustaba correr, derrapar, pasar veloz por las zanjas de agua y salpicar a los costados, como un fabricante de lluvias enanas.
No mojábamos a nadie, porque todos nos conocían, pero nos divertíamos mucho con las formas que tomaban los chorros de agua que le arrancaba a los charcos.
Luciano y yo éramos compinches, sobre todo guardábamos el secreto de contárselo a su padre, ya que era seguro que si se enteraba, no le permitiría a Luciano la responsabilidad de llevar un pasajero timonel y mucho menos de haber empleado a un “gerente de advertencias de peligro”. Luciano le escondía a su papá la velocidad a la que hacíamos el reparto, porque seguro que el padre sabía calcular el tiempo que eso llevaba. Apurarnos, no guardaba únicamente el secreto de las carreras, sino que tenía como objetivo reducir el tiempo para que nos queden unos pocos minutos para premiarnos con un café con leche y medialunas, en el Bar Colegiales.
Cinco años de diferencia en ése momento, era media vida mía. La independencia de Luciano superaba largamente a la mía, no sólo por sus posibilidades adolescentes, sino también por las económicas. Así que siempre, yo era el invitado. Confieso que sentía un poco de vergüenza de dejarlo pagar siempre a él, pero... ¿Que podía hacer? ¿Quien tenía a los diez años la fortuna que pagara un desayuno?
Yo creo que Luciano sospechaba mi vergüenza, porque cada vez que nos sentábamos a la mesa pegada a la ventana que daba a la calle Crámer, como dos adultos, cerca de la puerta que estaba en la esquina, yo decía que no tenía hambre, pero él insistía e inmediatamente me agradecía por acompañarlo, por cuidarle el triciclo mientras entregaba, por salvarlo de los peligros del tránsito y por soportar heroicamente sus altas velocidades y derrapeos y frenadas ajustadas al milímetro… Cada vez que yo argumentaba inapetencia, él le preguntaba al mozo que nos atendía, si opinaba que las personas que trabajan debían cobrar por su tiempo, a lo que el mozo pensando en la propina más que en mi ética, asentía con su acento gallego…
-Y puesh claru qui shi!!!!!
Entonces, ya no era una invitación, sino un pago, algo que me merecía y que me apagaba el rubor de las mejillas.
Luciano y yo teníamos una rutina, no únicamente la del reparto, también la teníamos en el Bar Colegiales, yo le hablaba de mis exploraciones en dos casas abandonadas de la calle Teodoro García, entre Conesa y Zapiola. Le contaba lo que encontraba, le decía donde funcionaba “el club de amigos” que había inaugurado… y refería mis aventuras por las terrazas, y contaba día a día la rotura de algunos de sus vidrios. También le relataba de como me animaba a pasear por la villa miseria que había donde hoy funciona el Ceamse, la Universidad Católica, sitios de Edenor, en fin… al que vivió en Colegiales, no le hace falta saber donde quedaba esa enorme Villa, de donde salían la mayoría de empleadas domesticas que pisaron mi casa. Así Luciano se quedaba con mis vivencias infantiles que quizás no tuvo, por haber trabajado desde niño.
A cambio, me introducía lentamente en el secreto de las mujeres. Me contaba con quien salía, que palabras les decía para conquistarlas, que chica del barrio le gustaba, con quien había salido y hasta donde había llegado con sus manos. Con el Bar Colegiales de testigo supe que debajo de las blusas, sostenidas por corpiños endurecidos por el percal, yacían los pechos de las chicas a la espera de las manos de Luciano y no de la succión de la boca de los bebés, como hasta ése momento yo imaginaba.
La rutina terminaba sistemáticamente dentro del baño del Bar, con el fin de sacar dos preservativos de la máquina oxidada que se encontraba en la pared de enfrente a los mingitorios, al lado del descascarado espejo salpicado por antiguas gotas ya secas por el calor. Luciano ya usaba los profilácticos del modo que había que usarlos, pero yo los inflaba con el agua de las canillas de la pileta mientras que el espantoso olor a acaroína se impregnaba en mis narices y mi cerebro. Una vez, el mismo gallego que había sido cómplice de la teoría del salario, entró hecho una furia al baño y mientras nos sacaba a empujones gritaba a viva voz dentro del Bar…
-A ver shi se dejan de joder con los forros carajo!!!! Que deshpuesh shomosh noshotrosh los que limpiamos el piso empapao de ajua!!! Aire aire…mocoshosh.

Siete años después, a veces, volvía al Bar con mis amigos de Chalom.
Nos sentábamos en el sector reservado para familias, que en la práctica eran parejas de novios ó en vías de serlo, y pedíamos Cocas, ó panchos que tomábamos o comíamos con la única música de fondo que producían el paso de los trenes que salían o llegaban a la Estación Colegiales. Los temas de conversación que absorbían las paredes eran otros, tenían que ver con los ideales setentistas, con la Guerra de Iom Kipur, con las salidas grupales de los sábados.
Luciano ya no estaba…, había muerto hacía tres años en una picada con su Fiat 600 blanco comprado como regalo a sus 19 años, quizás haciéndolo patinar en una zanja, o derrapándolo en una esquina.
Me lo contó su padre, el diarero, un domingo que fui a comprar el Clarín.
Me dijo que me lo contaba porque sabía que éramos amigos de chicos, que hacíamos juntos el reparto y que desayunábamos en el Bar de la esquina.
El diarero, sabía de nuestra clandestina sociedad…
Nunca me atreví a contarle esta historia a nadie, no sé porque, quizás por respeto a la tremenda tristeza que cargaba, al igual que su hijo cargaba conmigo, la cara de ése padre, quizás por ésa culpa propia de no haberlo acompañado para advertirle los peligros, ó quizás porque intenté guardar el secreto de nuestras conversaciones con el Bar Colegiales.
Un abrazo!!!

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